La Nueva España – Mujeres coraje en el drama de Santa Bárbara

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  Dos compañeras tuvieron la valentía de relatar en este artículo el drama del despido que no solo ellas estaban viviendo, pero al que sí pusieron voz.

  Este artículo es sesgado, ya que el trato otorgado por la empresa se «dulcificaba». Se da a entender que es un drama personal sin cuestionar la decisión empresarial de realizar despidos.

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«Dos pioneras de las fábricas de armas de Oviedo y Trubia, con más de veinte años al pie del cañón, se quedan en la calle a sus 45 y 46 años con los despidos del ERE

«12.05.2013 | 00:00 Ch. NEIRA

-No reaccionas, yo estoy como si el lunes fuera a trabajar.

-Yo también, si lavé la bata y la tendí.

Hablan María José Álvarez, 45 años, enfermera de trabajo, desde el 2 de abril de 1990 en la fábrica de la Vega, y María de los Ángeles Mesón, 46 años, treinta en Trubia, desde que entró como aprendiz en 1983, primera mujer en la historia de España en formarse y trabajar en el sector metal. Las dos están dentro de esos 55 despidos forzosos, primeros efectos del ERE de Santa Bárbara, que la empresa comunicó el viernes a los trabajadores. Son, quizá, de las más jóvenes entre los despedidos.

María de los Ángeles Mesón estaba tan nerviosa en la mañana del viernes que no leyó nada. Firmó el «no conforme» y salió con los papeles. Por la tarde, en casa, leyó en la carta cómo la empresa explicaba que «se han tenido en cuenta la situación familiar» a la hora de seleccionar al personal despedido y se preguntó si era «una broma de mal gusto». Su marido ha estado cobrando el paro, pero se le acabó la prestación y no les concedieron más ayudas porque ella tenía un trabajo. Tiene una hija de 19 años, una hipoteca desde hace cinco años y una suegra enferma.

María José Álvarez, hija de aprendiz y trabajador de la fábrica de la Vega y nieta de trabajador de la fábrica de Trubia, se casa el 31 de mayo. «El despido fue el regalo de boda que me hizo la fábrica», ríe. Pero en realidad sólo hay lugar para el enfado, porque esta misma semana, el martes, tres días antes de que le comunicaran el despido, preguntó a la jefa de personal la forma en que podía solicitar el permiso por matrimonio. «Me dijo que no había ningún problema, que lo hiciera como yo quisiera, cuando, claro, ya tenía que tener las listas».

Ninguna de estas dos mujeres sospechaba que los despidos les fueran a afectar. María de los Ángeles Mesón sabía de los rumores que decían que los despidos afectarían al departamento de calidad de recepción de materiales, donde estaba destinada en la actualidad, pero no se lo esperaba. El momento en que el jefe le dijo que la acompañara a hablar con personal «fue un golpe, no me lo podía creer». María José Álvarez había venido de la Vega y estaba en Trubia en el servicio de enfermería con una persona con contrato relevo. Sabía que si sobraba un puesto sería el suyo, pero como se prejubilaba también el médico y se rumoreaba que podrían externalizar y subcontratar el servicio, confiaba en que pudieran subrogar su contrato. Ella fue una de las primeras a las que se le comunicó el despido el viernes por la mañana, desde las ocho los empezaron a anunciar. El resto del día tuvo que atender unos cuantos cuadros de ansiedad que se fueron produciendo a lo largo de la mañana entre otros compañeros afectados. Ése ha sido su último trabajo para Santa Bárbara.

Las dos tienen una relación profunda con la fábrica, una biografía laboral, personal y emocional que pesa hasta el llanto cuando empiezan a hacer memoria. En el caso de María de los Ángeles Mesón, es más sangrante por el hecho de que con ella «se cargan a una pionera», como resume el que fuera secretario de organización de UGT en la Vega, Jesús María López. La propia trabajadora da prueba de ello con su relato de lucha y pasión por su oficio: «A mí me costó mucho entrar, el director de entonces, en 1983, llamaba a mis padres para que no me presentara, para decirles que era cosa de paisanos. Y había aprobado el examen y tenía mi derecho a estudiar. Es que yo me siento una obrera. Me habían obligado a irme a una oficina, que era donde estaba ahora, pero yo soy una paisana de bata y de funda de taller. Siempre estuve a gusto en el taller, ensuciándome, trabajando. La tecnología siempre me encantó y para mí fue todo un descubrimiento poder aplicar la física y la matemática a mi trabajo. Al final haces de ello una vocación. No te queda otro remedio».

Queda la pregunta de qué van a hacer y de qué hubieran hecho de haberlo sabido. Ellas no se acogieron a las bajas incentivadas voluntarias. A su edad, trabajadoras cualificadas, y con la situación del país, nadie se va para casa. Ahora empezarán a hacer «todo lo que haga falta». Eso incluye, claro, la acción judicial que es de suponer que todos los compañeros lleven a cabo y en la que los sindicatos juran una y otra vez que nunca dejarán colgados a los compañeros que vayan saliendo.

Lo de plantearse las cosas a más largo plazo es otro cantar. Más difícil. Estas dos mujeres tienen todavía la cabeza puesta en la fábrica, pensando que el lunes vuelven a entrar. Muy pronto para plantearse otros rumbos que no sea cuidar de los suyos y casarse. Suerte.»

Acerca de ensantabarbara

"Asociación 55 despedidos - Fábrica de Trubia" Trabajadores despedidos de la filial española de General Dynamics European Land Systems
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