La Nueva España – Carta de los lectores – Santa Bárbara y el sufrimiento de sus trabajadores

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«Santa Bárbara y el sufrimiento de sus trabajadores

17 de Mayo del 2013 – María Martínez Marrón (OVIEDO)

Hoy en día, y gracias en su mayor parte a las eficientes y justas, nótese la ironía, reformas del Gobierno que dejan al empleado totalmente desprotegido, la empresa privada ejerce su derecho de echar a la calle a aquellos trabajadores que considera oportuno. En unos casos en mejores condiciones, en otros en mucho peores. Aunque en la actualidad todas suelen ser en mayor o menor medida una tragedia. Hasta aquí todo correcto. Están en su derecho y pueden ejercerlo al margen de nuestra opinión. El dilema surge cuando tras esos despidos hay una serie infame de ilegalidades. No sé si desde el punto de vista de la justicia, pero desde luego sí del de la moralidad. La pasada semana Santa Bárbara Sistemas dejó en la calle a 55 trabajadores. Aquel día 9 de mayo permanecerá en la memoria del más de medio millar de empleados, prejubilados y despedidos de la compañía para siempre. Pero también para sus familias, amigos y conocidos. Durante más de cuatro horas los trabajadores esperaron a que uno a uno sus jefes les llamaran y les comunicaran la sentencia: el despido. El dramatismo y la impotencia que vivieron esas horas interminables es imposible de describir con palabras, aunque alguno lo intentó con símiles tan duros como que parecía la espera para la llamada al paredón o la sensación de ser un animal en un matadero.

Hasta que no notificaron la decisión a los 55 que habían corrido la peor suerte, la de ser despedidos, ninguno respiró tranquilo. Y ni quiera entonces, ya que en ese momento se desataron todas las angustias acumuladas. Pánico al pensar en comunicar la noticia a sus familias, crisis de ansiedad, lágrimas, pero sobre todo un vacío enorme por los que se iban y cómo se iban después de tantos años en la empresa.

Debería ser ilegal, desde luego es inhumano, que una persona que ha dedicado su vida a su trabajo tenga que abandonarlo casi por la puerta de atrás, humillado igual que si hubiera cometido alguna infracción para merecer ese trato.

Primero se cargaron la Vega, según afirmaban para garantizar todos los puestos de trabajo, nuestros políticos contribuían al desastre con comentarios como el realizado por Graciano agraciado Torre, que pedía que no se montase una escandalera por unos kilómetros de desplazamiento a Trubia, y ahora tras duras negociaciones, encierros, manifestaciones y un momento que parecía no llegar nunca para angustia de los trabajadores, 55 hombres se quedan en la calle después de pasar un calvario digno de un campo de concentración.

Hay muchas injusticias en esta vida, pero las peores son las que se podrían haber evitado. Como le dije en su momento a uno de los trabajadores de Santa Bárbara, no os rindáis y seguid luchando para que os devuelvan la dignidad que os han arrebatado. Está claro que para ellos sólo sois un número, pero para todos los que os conocemos, siempre seréis un diez.»