En este momento, ha pasado ya un mes de los despidos. Hemos tenido tiempo para pensar, para estudiar que hacer. Para no creer que ésto nos esté pasando. Para culpar solo a los directivos en este momento.
Reproducimos aquí, la carta de un compañero publicada en La Nueva España.
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«La Nueva España » Cartas de los lectores »
Por sus hechos los conoceréis…
8 de Junio del 2013 – … (Trubia) Día 31 de mayo, último día para muchos de los trabajadores de la Fábrica de Armas de Trubia, muchas despedidas, muchos recuerdos e incluso algunas lágrimas; pero sobre todo, mucha tristeza y decepción. Es el último día de trabajo, en un lugar en el que muchos llevaban desde los 14 años y en donde la experiencia y la tradición iban de la mano. Cierro los ojos, y pienso en lo mal que se ha debido sentir en máximo representante de la empresa y sus acólitos en esos momentos: han despedido a cientos de trabajadores basándose en las necesidades reales de la empresa y en su futuro. ¿Qué futuro? No, nos engañemos, esto es la crónica de un cierre anunciado. Le conocemos bien, señor, ha llegado aquí, después de un largo periplo por otras empresas y su cometido aquí, fue desde el primer momento, abocar al cierre la empresa. Primero cerró la Fábrica de la Vega, con la disculpa de concentrar en una sola factoría a toda la plantilla; luego inició una serie de remodelaciones en distintos talleres de la Fábrica de Trubia con el fin de modernizarlos y así adaptarlos a los productos que se iban a desarrollar y ahora echa a la mayoría de los obreros. ¿Me puede decir por qué se gastaron cientos de millones en esa remodelaciones, las cuales están ahora abandonadas? Y, ya por último, en los dos últimos años, se gastó el dinero en realizar cursos de alto standing. Estadísticas, gráficos de Excel (quesitos) ¿Para qué? Hoy se sentirá contento, su cometido está hecho: despido de obreros, extinción de los que usted y en petit «comité» llamaba los aprendices y casi un cierre absoluto de la fábrica. Nadie queda ya de la vieja guardia, ahora sólo quedan sus asesores, sus blackt-belt y toda la camarilla de personas que se fueron colocando en su entorno. Perdóneme, pero esto me recuerda mucho a las épocas de aquellos reyes que para regir España se rodeaban de los llamados afrancesados. Mucho me temo que el futuro sea incierto, pero no para usted, usted ha hecho bien su trabajo y por tanto será premiado con la designación de algún otro cargo de gran prestigio, mientras que cientos de familias se quedan en la calle, buscándose la forma de sobrevivir. Le felicito, pasará a la historia de esta fábrica; pero pasará como la peor pesadilla que se haya podido tener; y si durante su mandato, se da el cerrojazo, pasará como el último director de una empresa que fue fundada hace cientos de años, de una fábrica de prestigio y tradición.»
Antigua Empresa Nacional Santa Bárbara 