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«La deforestación industrial
ASTURIAS
7 enero, 2014
PEDRO ALBERTO ÁLVAREZ

2013 comenzó con el cierre de Suzuki y la Fábrica de Armas de la Vega, y acabó con el ‘cerrojazo’ de Tenneco en Gijón
La crisis, las deslocalizaciones y la muerte de la minería, amenazan con convertir Asturias en un páramo industrial. De no ser por la reactivación de los hornos y las líneas de producción de Arcelor, 2013 habría sido un año letal para la industria asturiana. Las fábricas de la comunidad arrastran 10.710 parados, medio millar menos que en 2012, pero la afiliación a la Seguridad Social en el sector, ha caído (de 11.413 a poco más de 10.000), y la amenaza del cierre pende sobre grandes y pequeñas empresas. La industria asturiana continua destruyendo empleo neto, a pesar de la bajada del paro registrado. La industria soporta el 15% del empleo en la región (unos 55.000 puestos de trabajo), y llegó a contar con más de 4.400 empresas antes del inicio de la crisis. Hoy apenas llegan a 3.800. Según los datos de Antonio Tajani, Comisario de Industria de la UE, la aportación de la industria asturiana al PIB estatal, ha caído un 20% desde 2008.
El 2014 comienza con despidos inminentes en Tenneco (230 trabajadores), o Felguera Melt (185), y con incertidumbre en otras empresas como Santa Bárbara Sistemas, quien ya ha anunciado su intención de ampliar el ERE temporal a más empleados. La agonía podrá alargarse, pero será muy complicado que la situación de un vuelco en estas empresas. El año también arrancó con el cierre de Inbulnes, propiedad de Vitorino Alonso y con sede en Mieres. Los 30 empleados de la compañía especializada en climatización y electrificación, se han ido a la calle con el Año Nuevo. Mientras tanto, en Avilés, el Grupo Ros Casares, alegando dificultades económicas (los sindicatos niegan las pérdidas), también mandará al paro a 33 trabajadores. A las liquidaciones de pequeñas y medianas empresas, se suman también cierres en otras firmas emblemáticas de la región, como Benito Sistemas (Navia). Sus 81 trabajadores recibieron la carta de despido el 17 de diciembre. La plantilla llevaba sin cobrar desde septiembre, aunque seguía trabajando y entregando sus pedidos. Desde los 26 despedidos de Ervisa (el 60% de la plantilla), al concurso de acreedores de Starglass (la dirección propone 79 liquidaciones), prácticamente todas las empresas industriales de la región, se encuentran en una situación límite. Y también las empresas públicas con delegaciones en Asturias. Es el caso de Tragsa, que plantea dejar sin trabajo a 61 personas, de un total de 340. Industrias emblemáticas, como Fuensanta (ha prescindido de 80 trabajadores a lo largo de 2013) o la embotelladora de Coca Cola (la dirección plantea el cierre, afectando a 141 personas), también han recurrido a decisiones drásticas ante la caída de las ventas y la subida de los costes laborales (2.408 euros por mes y trabajador, un 1,2% más que hace un año).
Pero no todo son ‘brotes negros’. Arcelor Mittal parece alejar los fantasmas de la deslocalización en 2014. A finales del año pasado los sindicatos y la patronal renovaron el Convenio del Metal, un acuerdo que mantiene en vigor los contratos-relevo para cubrir las prejubilaciones. Solo Arcelor, contratará a 218 personas este ejercicio, para cubrir esas bajas. Arcelor ha encendido de nuevo dos de sus baterías en Avilés (sin actividad desde 2011). La mayor demanda de alambrón y carril supusieron otros 38 contratos, y la cartera de pedidos aumenta: entre 2014 y 2015, de la factoría asturiana saldrán 46.000 toneladas de carriles para la línea de Alta Velocidad de Marruecos. Tampoco hay nubes en el horizonte de las firmas Thyssen en la región. Las factorías ‘Airport’ y ‘Norte’, con sede en Mieres, suman 629 empleados, y tienen garantizada la carga de trabajo hasta 2015. Exporten tecnología para aeropuertos y metros en Gran Bretaña, los países árabes y las capitales europeas.
2014 también devolverá la actividad a dos empresas que estuvieron a un paso de la desaparición, Alas Aluminium y el Grupo Temper. La entrada de capital extranjero (argelino y chino, respectivamente), permitirá la creación de cientos de puestos de trabajo industriales, que se daban por perdidos. Las compañías extranjeras, aprovechando el mal momento económico y la situación de muchas empresas de la región, han comenzado a ‘comprar barato’ los ‘restos’ de empresas industriales. Con su dinero, no solo adquieren las fábricas, también la tecnología y el saber de los empleados
Los trabajadores de Tenneco piden amparo al TSJA
Los trabajadores de Tenneco solicitaron ayer, ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, la adopción de medidas cautelares para evitar el traslado de la maquinaria, dentro de su estrategia para evitar el cierre. La plantilla ya salió a la calle, junto a políticos, sindicatos y vecinos, en la mayor manifestación recordada en Gijón en los últimos años. Cortó el tráfico, sus representantes viajaron a Bruselas, consiguieron el respaldo del Comisario de Industria de la UE, Antonio Tajani, e hicieron guarda ante la empresa, para evitar que la multinacional se lleve la maquinaria y la tecnología a Polonia, o Rusia. Ahora su lucha se concentra en los tribunales. La próxima semana, el comité de empresa presentará una demanda, reclamando la nulidad del ERE. También están pendientes de un dictamen de la Dirección General de Trabajo del Principado. Mientras tanto, la dirección trata de cerrar la planta. El pasado lunes intentó cortar el gas, y los trabajadores han decidido bloquear con hierros las entradas a los cuartos de la luz, para impedir el acceso a técnicos de HC. Mientras tanto, mantiene la vigilancia, por turnos.
Los informes encargados a una auditora externa, niegan que Tenneco necesite 6 millones de euros para ‘reciclarse’. Bastarían con 800.000 euros para consolidar esta factoría como referente de la industria del automóvil. Los auténticos motivos se acercan más a un ‘expolio tecnológico’ que a la realidad económica. Tenneco pretendía trasladar equipos y producción a Rusia, fuera de la UE, donde no estaría obligada a cumplir con la normativa europea. La dirección se apresuró a desmentir esa posibilidad, y fijó su nuevo
La Fábrica de Armas, bajo mínimos
En 2012, General Dynamics cerró la Fábrica de Armas de La Vega y trasladó la producción y la plantilla a Trubia. El objetivo era reducir costes para asegurar la supervivencia de la factoría. Pero tras la aparente ‘buena voluntad’, se escondía un plan para laminar la industria armamentística asturiana. En febrero de 2013, apenas cuatro meses después de la ‘mudanza’, la multinacional anunció despidos por la caída de la demanda, culpando al gobierno central de haber reducido al mínimo los contratos prometidos. En Trubia, 289 trabajadores se irían al paro y otros 300 sufrirían un ERE temporal. El Principado y el Ayuntamiento de Oviedo trataron de presionar al Ministerio de Defensa, sin éxito. Para Madrid, la fábrica de Trubia sólo pertenece a una empresa privada, que puede tomar las decisiones que considere más oportunas. 171 trabajadores optaron por abandonar, con una baja incentivada o una prejubilación. Otros 55 recibieron la carta de despido. La plantilla quedó reducida a la mitad, y también la capacidad de la fábrica. Los antiguos empleados denuncian que General Dynamics quiere cerrar, y la liquidación se está haciendo por fases.
En octubre, Santa Bárbara Sistemas dejó desierto el concurso convocado por Defensa, al que había sido invitada junto a otra competidora (Expal). Renunció a un contrato de suministro de munición por 1,9 millones de euros, y solo optó a un segundo lote, de 760.000 euros. Los trabajadores aseguran que tenían capacidad de sobra para asumir ambos pedidos. Expal tampoco presentó una oferta al contrato principal, dejando vía libre a Santa Bárbara.
Esta semana, los camiones de Hierros Foro, una empresa burgalesa de chatarra, seguían sacando material de la fábrica para achatarrar. Cajas de munición (se venden a entre 5 y 15 euros la unidad), maquinaria, e incluso una torreta de tanque. El ‘material de guerra’ excedente ha acabado destruido en los hornos de Arcelor, y la plantilla, se prepara para nuevos ajustes. Los contratos de los tanques para Arabia, y el vehículo blindado Pizarro para el Ejército español se retrasan, y apenas habrá carga de trabajo hasta 2016. En Trubia, el ERE temporal, preveía regular a 93 trabajadores durante 2014. La multinacional ya ha anunciado al comité de empresa su intención de aumentar esa cifra.
El cierre de Felguera Melt en Barros
Duro Felguera es el principal ‘bastión’ industrial de las cuencas. Pero desde hace más de un año, la dirección reduce instalaciones, cierra talleres y despide a empleados. En abril, la dirección de la compañía anunció la ‘liquidación’ de Felguera Melt y Construcciones Mecánicas, dos de las filiales del conglomerado empresarial. Las dos se encuentran en Barros (Langreo), y suman 185 trabajadores. La actividad se repartirá entre Mieres (Felguera Rail) y Gijón (Felguera Calderería Pesada), y Langreo sufrirá el golpe del paro. Las negociaciones con los sindicatos, han desembocado en huelgas y encierros. Duro Felguera se compromete a recolocar a la mayoría del personal, pero habrá, al menos, 92 despidos. El comité de empresa denuncia que los talleres son rentables, hay carga de trabajo y buenas perspectivas de futuro.
Este mes, finaliza el plazo concedido por Duro Felguera para mantener abiertas las negociaciones. Después, ejecutará los despidos, sin concesiones. El ERE de extinción afectará a la totalidad de la plantilla, y solo recibirán las compensaciones mínimas recogidas en la Reforma Laboral. Además, la dirección asegura estar dispuesta a dejar sin ejecutar la inversión de 13 millones de euros para modernizar los talleres de Mieres. La próxima reunión, está convocada para el miércoles. Como medida de presión, cinco empleados de Felguera Melt permanecen encerrados en el Ayuntamiento de Langreo. Las manifestaciones convocadas en La Felguera, Barro y Langreo, han reunido a miles de personas. Los vecinos de los concejos industriales no quieren recolocaciones, sino que las instalaciones de Felguera Melt sigan abiertas. Sin embargo, la decisión de Duro Felguera de abandonar Barros es firme. Aunque parte de la plantilla pueda ser recolocada, la economía local, basada en la industria pesada, que sostiene el comercio o la hostelería, quedará gravemente herida.
La deslocalización de Suzuki
En marzo, la última moto fabricada en la factoría gijonesa de Suzuki salió de la cadena de montaje. Junto a ella, dejaron la empresa 141 trabajadores. Los 28 restantes se quedaron dos meses más, desmontando y embalando el material y la maquinaria. Nueve meses después del fin de la producción, la pantilla está cobrando el paro, y sin perspectivas de encontrar empleo a corto plazo. Son obreros especializados, y muchos de ellos habían pasado toda su vida laboral en la compañía japonesa, que llegó a Asturias hace 29 años.
La dirección de Suzuki y los sindicatos CCOO y UGT llegaron a un acuerdo sobre las indemnizaciones, que mejora las condiciones permitidas en la Reforma Laboral (20 días por año trabajado). A través de una cláusula en el ERE de extinción, todos los trabajadores se aseguraron recibir 45 días por año trabajado, y un mínimo de 42 mensualidades. Comparando su situación con las de otros despedidos, lograron un buen ‘finiquito’. Sin embargo no consiguieron su objetivo, mantener la producción y los puestos de trabajo, a través de la entrada de capital extranjero. La deslocalización para ahorrar costes en mano de obra (la fábrica se trasladó a Tailandia) fue el motivo que propició el cierre de Suzuki, aunque la empresa alegase dificultades económicas. La multinacional aseguró haber perdido más de 28 millones de euros desde 2008, a pesar de las reducciones de plantilla llevadas a cabo desde los años 90 (el número de empleados se redujo a la mitad). Según el Grupo Sindical Independiente (no firmó el ERE), la empresa había transferido 35 millones de euros desde 2008 a su matriz, para intentar ‘ocultar’ los beneficios. Sin embargo, con la Reforma Laboral en la mano, nada podía impedir el cerrojazo. Además, Suzuki no había recibido subvenciones que el Principado podía haber utilizado para prolongar su continuidad en Gijón. Lo que ocurrió en Porceyo, fue la crónica de un cierre anunciado. Era la única fábrica que Suzuki mantenía en toda Europa. El resto se encuentran repartidas por el sur de Asia. En Gijón ya sólo se venden motos de importación (una treintena de trabajadores, del departamento de ventas, siguen en la empresa), ya que fabricarlas resulta demasiado costoso para la multinacional nipona.