Ilustramos la noticia con una foto de la primera asamblea de trabajadores de distintas empresas. Fueron muchos los contactos previos.
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«Tenneco despierta al sindicalismo de bases
27.04.14 – 02:12 – AIDA COLLADO | GIJÓN.
* Historiadores, economistas y sociólogos creen que este nuevo modelo responde al «desencanto» de la clase obrera y debería servir de «acicate» a las centrales
* La asamblea de trabajadores tomó cada decisión del conflicto, dejando las siglas en un segundo plano
No es la pancarta que más espacio ocupa. Ni la más emblemática. En el aparcamiento de la factoría, el protagonismo se lo lleva de calle el enorme cartel que suma las jornadas de lucha que cargan a sus espaldas los trabajadores de Tenneco y que se actualiza cada día, desde que el 5 de septiembre la multinacional anunciase el cierre de la factoría de Gijón. Sin embargo, hay una frase, de las muchas que estos meses han adornado la fachada de la planta, que para algunos ha pasado inadvertida. «Hay otra manera de hacer sindicalismo», reza, discretamente. Quienes han seguido de cerca el conflicto saben la verdad que encierra. Todas y cada una de las decisiones adoptadas por los representantes de la plantilla fueron sometidas a votación en la asamblea de trabajadores. Los empleados dibujaron su propio plan de actuación, acordaron una postura común y se mantuvieron firmes y unidos durante todo el conflicto, relegando las siglas sindicales a un alejadísimo segundo plano. «Es nuestro futuro del que hablamos, seremos nosotros quienes decidamos», fue siempre su mantra. Y así, casi sin quererlo, han recuperado un modelo, el que crece alrededor de las bases, que parecía ya olvidado.
El historiador Rubén Vega sabe que «no han inventado nada nuevo, están recuperando viejos saberes». Los que parecían superados hace 30 años, pero que ahora «volvemos a descubrir». En su opinión, las organizaciones, en general, tienden a intentar «controlar» lo que pasa. Desde su punto de vista, los sindicatos tienen la «responsabilidad de haber perdido sensibilidad democrática con las bases», aunque la culpa no es sólo suya. «Esas bases están en la obligación de reclamar su papel», sentencia. Teniendo claras estas premisas, advierte, «no podemos esperar a que alguien saque su varita mágica y los sindicatos lo hagan todo». En el caso de Tenneco, los trabajadores -siempre respaldados por las centrales, pero dueños de sus pasos- tomaron las riendas. «Si pensamos que la democracia consiste en delegar en otros la capacidad de tomar decisiones que nos afectan, estamos entregando nuestra capacidad de pensar, de participar como ciudadanos y cavando nuestra tumba», advierte el historiador. «Ni siquiera tenemos mucha autoridad para acusar a nadie de que no nos permitan decidir», piensa. En el caso de Tenneco, los empleados supieron llevar a cabo «una acción sindical genuina, desde la base, pero aprovechando la experiencia y los recursos de las centrales», a quienes pudo o no gustarles su manera de hacer las cosas. En cualquier caso, «acabaron por aceptarla».
En un momento en el que centenares de problemas similares están a la orden del día, el sociólogo espera que «la gente tome nota y no se resigne a lo que le viene dado». No sabe si este modelo recuperado «durará dos meses o 35 años», pero lo que tiene claro es que «los trabajadores de Tenneco ganaron la batalla peleando de este modo».
Su colega, el catedrático Javier Fernández Conde, analiza lo sucedido en Tenneco como «un fenómeno social y político de mucho interés», como en su día interpretó los movimientos ciudadanos -con el 15-M a la cabeza-, «que ahora parecen crecer como las setas». A veces, argumenta, «los trabajadores tienen la sensación de que las centrales miran más por los intereses del aparato o de una coyuntura concreta que por los de sus representados». Cree que un futuro esperanzador ha de incluir este tipo de movimientos y espera que, sobre todo, «ayuden a los sindicatos tradicionales a repensar sus tácticas y les sirvan de acicate».
Tras los primeros años de la democracia, las grandes organizaciones no tardaron en aglutinar todo tipo de sindicalismo. En seguida las centrales fueron aglutinando estos movimientos asamblearios hasta que «el sindicalismo de empresa» quedó diluido en las grandes siglas. Que ahora vuelva a coger fuerza es novedad, pero para el sociólogo Jacobo Blanco no es más importante que la estrategia política desarrollada desde Bruselas o la incidencia del plano judicial. Lo acaecido en Gijón confirma que «las instituciones pueden recoger las reclamaciones de los ciudadanos e incluso apoyarlas y eso, en este caso, ha ocurrido casi al margen de los sindicatos tradicionales». Todo ello apunta a que «los actos tradicionales de sindicalismo, como los encierros, al final parecen ser menos efectivos que esta nueva manera de actuar».
«Unidad decisiva»
Ángel Alonso, presidente de la Asociación Asturiana de Sociología, vincula esta tendencia al desencanto de los trabajadores, «que en muchas ocasiones no se sienten representados y ven que las centrales no pueden llevar a la práctica sus reivindicaciones». Insiste, también, en que «Tenneco un ejemplo de cómo organizarse de una manera alternativa y, además, con éxito», al margen de que haya otras muchas razones que contribuyeron a la causa. La crisis de Rusia y los acontecimientos de Crimea fueron fundamentales, pero también es cierto que «la unidad del comité fue decisiva. Han mantenido su unidad de acción y han sabido limar diferencias».
El economista Ángel de la Fuente considera positivo que los trabajadores hayan supeditado las siglas a los intereses de la plantilla, pero duda de «hasta qué punto lo que ha sucedido en Tenneco es exportable o generalizable a otros conflictos». Tiene la impresión de que «todo esto ha sido un pulso entre las multinacionales y la Comisión Europea» y que la lucha sindical, en cualquiera de sus formas, podría no haber sido decisiva.
Es posible. Pero lo que a ojos del también economista Juan Velarde resulta innegable es que «las centrales han conseguido hacerlo lo suficientemente mal para justificar este tipo de estrategias por parte de los obreros». En su opinión, las grandes siglas «no han sido capaces de huir de algo tan reprobable como la búsqueda de mecanismos para ganar y ganar dinero para, así, hacer más ponente el aparato del sindicato». El caso de Tenneco es un espejo en el que mirarse, «pero es difícil de mantener». En el mundo empresarial y sindical, concluye, «siempre existirá la tentación de ponerse en contacto con otros y acabar montando otro tinglado».
Mientras el conflicto avanza y son otros los que lo analizan, la pancarta de Tenneco continúa mostrando, en silencio, la que ya es su realidad: «Hay otra manera de hacer sindicalismo».»
LAS OPINIONES
ÁNGEL ALONSO – SOCIÓLOGO
«Son un ejemplo de cómo organizarse de una manera alternativa y, además, con éxito»
JACOBO BLANCO – SOCIÓLOGO
«Los actos tradicionales de sindicalismo y los encierros parecen ser menos efectivos».
RUBÉN VEGA – HISTORIADOR
«Las centrales tienen la responsabilidad de haber perdido sensibilidad democrática con las bases».
JAVIER FERNÁNDEZ CONDE – HISTORIADOR
«Desearía que su ejemplo prendiera, para ayudar a los sindicatos a repensar sus tácticas».
ÁNGEL DE LA FUENTE – ECONOMISTA
«Me parece bien lo que han hecho, pero no sé hasta qué punto es exportable o generalizable».
JUAN VELARDE – ECONOMISTA
«Las centrales lo han hecho lo suficientemente mal para que esta forma de actuar esté justificada».