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«El pendejismo en Asturias: el caso de la renuncia por el gobierno municipal de Oviedo a la subvención de Coca Cola
Artículos de Opinión | Por Marquinos | 15-08-2015
La abuela del fallecido Facundo Cabral ya le había advertido que, su marido, un coronel muy valiente, sólo le tenía miedo a los pendejos. Decía que les temía “porque son muchos…no hay forma de cubrir semejante frente”.
Partiendo de esa base, Cabral elaboró una teoría sobre el pendejismo y sus distintas encarnaciones que, aplicada al caso que nos ocupa resulta ser un eficaz método de análisis acerca de las reacciones a la decisión del gobierno municipal de Oviedo de renunciar a la subvención de Coca Cola para las fiestas de la ciudad en tanto en cuanto no readmita a los trabajadores despedidos de la fábrica de Colloto, aplicando la sentencia de la Audiencia Nacional, ratificada por el Tribunal Supremo, que declara ilegal el ERE aplicado por dicha compañía. Como decía Cabral, hay muchos tipos de pendejos, en esto también:
El pendejo con ínfulas de empresario que vive de las subvenciones y del chiringuito de la FADE y, poniéndose estupendo, pide “respeto” para la los despedidores que se pasan las sentencias de los tribunales españoles por las nalgas reivindicando, además, la libertad de empresa, quiera esto decir lo que quiera decir.
El pendejo concejal de Foro en Gijón, que dice que, de su teórico apoyo a los trabajadores de Coca Cola, si te he visto no me acuerdo, ya que la empresa “ha cambiado” su actitud. ¿En qué ha cambiado? ¿En que no hay elecciones locales a la vista? A saber, pero el pendejismo es una fe que, como todas las demás, no necesita hechos.
El pendejo con bar y calculadora, que declara que, si no vende esa pócima, sufre una bajada en las ventas de no sé cuánto tanto por ciento. Sólo le falta hacer unos gráficos con líneas ascendentes y descendentes. Otro que cree que los despidos de sus clientes no le afectan y que van a venir de Atlanta a comer el cachopo con crema de cabrales. Veremos.
El pendejo cosmopolita que comenta en los foros de internet que, así, vamos camino de ser como Venezuela. También lo comenta en la cola del paro.
El pendejo fracasado y lastimero que dice que cuando a él lo despidieron, nadie se movió. Incluido él, se olvida añadir.
El pendejo con conexión a internet que pasaba por allí y, como es gratis, aprovecha para ponerse dramático y opina que si hacemos esto con todos los despidos, no comeríamos ni beberíamos nada, sin pensar que, por pura lógica, tal vez antes de que llegase ese apocalipsis zombi conseguiríamos que hubiera menos despidos.
Aunque Facundo Cabral era pesimista ya que, según él, “…por temprano que te levantes, a donde quiera que tu vayas, ya está lleno de pendejos, y son peligrosos porque al ser mayoría eligen hasta al Presidente”, yo más bien opino que aquí y respecto a este asunto, no son tantos, lo que sucede es que hacen mucho ruido, tanto los que se hacen los pendejos por puro interés como los pendejos auténticos y desclasados: los pobres que piensan y hablan como si fueran ricos.
Esa es la batalla fundamental: conseguir que nuestra gente no equivoque el lugar que nos corresponde en esta pelea.
A ti, qué te parez?»