Hoy se cumplen tres años y medio desde el día de los despidos del ERE de 2013, y a pesar de que ninguna de los motivos (milongas, engaños y cuentos) que se presentaron se han cumplido, aún no se ha reparado el daño ocasionado. Ni pérdidas empresariales, ni caída de pedidos, ni crisis mundial que abocara a un menor gasto en armamento o en las fuerzas armadas. Todo lo contrario. Solo existió la oportunidad que daba una legislación que permitía sustituir a trabajadores de 50 años por otros mal pagados y en precario en base a pseudo-estudios y análisis carentes de rigor. Y si a los trabajadores de más de 56 años, todos, fueron enviados para casa con una mediocre «jubilación anticipada», un pequeño grupo en Trubia, Coruña, Madrid y Sevilla fue despedido aplicando la torticera legislación laboral, injusta ya en sí, pero mucho más sangrante por la falsedad de documentación y la ocultación de información durante la tramitación del ERE. Somos los daños colaterales de una supuesta «no negociación» entre unos psicópatas a un lado y unos imbéciles al otro.
¿No le caerá la cara de vergüenza al «tonto del capirote»? ¿Lo volveremos a ver a las puertas de una iglesia en la Semana Santa ejerciendo de santurrón?
Más de 200 nuevos empleos hay en Trubia desde los despidos de 2013 sin que nadie denuncie, sin que nadie rechiste, sin un mal comunicado.