Como dice Alberto Chicote: «Esto no vale ni para tomar por culo».
Tal y como publicó «National Review» hace dos días, el destructor de la clase Zumwalt encalló. El supuestamente más moderno buque de la armada de los Estados Unidos es un ejemplo del despilfarro en el sistema de adquisiciones de la marina. Las noticias, críticas y problemas se suceden a un ritmo mayor que su construcción. Dos días salió al mar y dos días se averió, teniendo que ser remolcado para sacarlo del Canal de Panamá. Menos mal que no lo atascó, y es que nos viene a la mente el caso de su más famoso barco comercial, el petrolero Exxon Valdez que provocó el segundo mayor desastre por derrame de petróleo en los EEUU, si bien por los daños en la costa, la fauna y las industrias pesqueras, el incidente del Exxon Valdez no tiene rival a nivel mundial. Tras el accidente y después de hacerle unas chapuzas y dar un poco de pintura en los astilleros de General Dynamics, volvió a navegar por los mares de China, prohibiéndose su entrada en puertos de los EEUU o europeos. Por allí tuvo otros accidentes. ¡Anecdótico!
«National review» no deja en su artículo títere con cabeza. Iba a ser un buque sigiloso, pero es tan vulnerable a ataques exteriores que tiene que ir en una flotilla. Así que la mierdecilla que marca el radar dentro de una formación de buques, es el indetectable Zumwalt. Prevista una necesidad de 32 naves, su desviación de costes hace que ahora solo estén previstos tres, y uno de ellos con riesgo de ser achatarrado antes de acabar su construcción a petición de la marina. Se supone que el barco ha sido entregado, pero ¡es mentira! ya que restan años hasta estar listo para el combate, si es que alguna vez lo está. De las once tecnologías críticas que debían desarrollarse a la vez que el buque se construía, solo hay disponibles tres. El alto oficial de la marina que inició y apoyó este desarrollo financiado con miles de millones de dólares, ha finalizado como CEO de General Dynamics. ¡Como los del Pizarro!
En lo que sí hemos de asegurar que las previsiones de General Dynamics se han cumplido es en la dotación de la tripulación. Alguien tuvo la idea de que con 95 personas el buque operaría sin realizar estudio alguno, y aunque se ha tenido que ampliar su número hasta los 147, esta cifra sigue muy alejada de los 400 miembros que necesita un buque de similar tamaño. En el lado negativo, se señala que en el caso de sufrir daños tras un combate naval, no tendría personal suficiente para mantenerlo operativo y salvarlo. La última genialidad relacionada con la reducción de tripulación llevó a eliminar al cocinero, estableciendo que la comida será precocinada y calentada cada uno por sí mismo. ¿A que son geniales? Miedo me da el submarino S-80 y su asesoramiento.
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«Nuevo y costoso destructor de EEUU, posible víctima de los recortes de Trump
21/12/2016 18:28
Jairo Mejía
Washington, 21 dic (EFE).- El USS Zumwalt, el destructor más avanzado y futurista jamás construido, estaba llamado a ser piedra angular de EEUU en las guerras del futuro, pero sus fallos y su elevado coste podrían convertirlo en la primera víctima de los recortes del presidente electo, Donald Trump.
Pese a que el mandatario electo ha prometido más gastos en defensa y especialmente en la Armada, su estrategia pasa por rebajar los costes de ciertos proyectos militares que han excedido el precio presupuestado, subrayando así su pregonado perfil de hombre exitoso en el mundo de los negocios.
En USS Zumwalt es el mayor destructor de la historia naval estadounidense y, pese a ello, el que menor tripulación necesita: sólo requiere 142 marinos, menos de la mitad de la dotación de un buque de guerra equivalente.
Se trata de un logro conseguido a base de automatismos de última generación a los que suma su capacidad de ser invisible a radares, ya que, pese a tener una eslora de casi 183 metros, su marca en el radar no supera los 15 metros, similar a un barco de pesca.
El destructor es el resultado de un programa de más de 22.000 millones de dólares llevado a cabo por General Dynamics, que comenzó en la década de 1990 con la idea de botar 32 navíos a un coste por unidad de algo menos de 1.500 millones de dólares, que ha ascendido a 4.200 millones de dólares.
Solo tres semanas después de la entrada en servicio de la primera unidad en aguas del puerto de Baltimore, en octubre pasado, la Armada tuvo que suspender parte del proyecto para armar al destructor porque cada misil costaba 800.000 dólares.
En mayo de este año, una auditoría gubernamental sobre el proyecto del Zumwalt había hallado que solo tres de las once tecnologías requeridas para la entrada en funcionamiento del destructor en operaciones de ataque mar-tierra, especialmente en armamento, han alcanzado la madurez de su desarrollo.
Además, algunos analistas dudan de que el Zumwalt, pensado para dar cobertura en la costa a operaciones de la Infantería de Marina, tenga la utilidad que se esperaba en el sistema de defensa actual, dado el papel preponderante de los drones o los bombardeos aéreos desde portaaviones.
Por si fuera poco, en su viaje inaugural el Zumwalt quedó varado a su paso por el Canal de Panamá, poniendo un nuevo borrón a un programa que se arriesga a ser señalado por Trump como demasiado oneroso, como ya ha ocurrido con el caza F-35 o la renovación del «Air Force One», el famoso avión presidencial.
Trump utilizó el ejemplo del programa del caza F-35, que quiere adquirir el Pentágono, cuyo coste -dijo- «está fuera de control», para recordar la semana pasada que «miles de millones se pueden ahorrar y se ahorrarán en compras militares desde el 20 de enero», día de su toma de posesión como cuadragésimo quinto presidente de EEUU.
No obstante, el magnate no quiere un Pentágono o una Armada más pequeños, sino que ha prometido más gasto militar y en armamento sin especificar sus planes, que, como demuestra la historia en asuntos de defensa, suelen requerir décadas de trabajo y dotación presupuestaria.
La Armada estadounidense ha sido una de las ramas de las Fuerzas Armadas que más recortes ha sufrido en la última década.
Trump ha prometido devolver a la Armada un lustre que no tenía desde hace 20 años, al elevar el nivel actual de 272 naves a 350, algo que, aparte de aumentar la capacidad de mantener una presencia militar en todo el mundo, crearía empleos en astilleros e industrias auxiliares.
El futuro presidente quiere incrementar el número de portaaviones, la joya de la corona naval, a 12 en la década de 2030. El país dispone de diez portaaviones, por debajo de los once marcados como mínimo.
El Zumwalt podría sucumbir ante los más urgentes proyectos para finalizar la construcción de dos portaaviones de la clase Ford, submarinos nucleares de la clase Virginia y fragatas de combate litoral y drones de la Armada integrados para combate asimétrico, como los que se dan en Oriente Medio.
Además, el multimillonario quiere elevar el número de marinos -que el Gobierno del presidente saliente, Barack Obama, quería limitar con la introducción de más automatismos- de 330.000 a 380.000.
«El plan de Trump es construir más navíos y mantener un mayor número de tropas y aviones», aseguró el mes pasado el senador Jeff Sessions, elegido por el presidente electo como su fiscal general.
«Se necesita algo más que palabras -agregó Sessions- para convencer al mundo de que seguimos siendo fuertes». EFE»